domingo, mayo 04, 2008

Caso Utopia... para que no se repita

El 20 de julio de 2002, a las 3.09 a.m. se produce la primera llamada de auxilio a los bomberos reportando un incendio. Minutos antes se había apagado la música dentro de Utopía. Un instante después se va la luz. 3:15 a.m. El reporte de actividad de alarma de Ace Home Center indica un fatídico "*FUEGO* - *FUEGO*". "Se envía móvil para verificar". 3:24 a.m. Llegan las primeras compañías. La seguridad del Jockey Plaza está alertada, sin embargo, los bomberos no reciben la ayuda necesaria para realizar su labor. 3:45 a.m. las llamadas no cesan.

Padres, amigos, primos y emergencias. La tragedia recién estaba por conocerse.El local pertenece al empresario Percy North, de 27 años. Su discoteca, "la más exclusiva y segura de Lima", era un acorazado pero de material inflamable, no contaba con permiso municipal de construcción ni de funcionamiento, y allí los animales sí se sacrificaban, exponiéndose a las inclemencias del ruido, el humo y el aire acondicionado.

A eso de las 2:30 a.m. del sábado, Utopía estaba en su punto, no cabía un alfiler más. El ambiente era fellinesco. En medio de la música electrónica, y alrededor de una pista de baile abarrotada, los clientes se tomaban fotos con el chimpancé, los tigres rugían desde sus jaulas, y los bartenders, con los rostros pintados de cebras y felinos, hacían exhibiciones pirotécnicas por todos lados ante el asombro de despampanantes modelos como Laura Huarcayo y de figuras de la televisión como Jéssica Tapia, Raúl Tola y Papelito Cáceres.

Hacia las tres de la mañana, cuando Ricardo Ferreyros, al lado de Fahed Mitre en la cabina del DJ, encendía un aerosol para iniciar una inopinada maniobra pirotécnica, la vida de 30 personas ya empezaba a extinguirse. Se empezaba a extinguir la vida de la propia Verónica Delgado Villarán, que iba a cumplir 26 años el próximo agosto. De Sandra Ceballos Menchelli, de 25 años, que al día siguiente no asistiría a su habitual voluntariado en el Asentamiento Humano ni vería casarse a su hermana en octubre. Se extinguía la vida de Orly Gonverof Helfon, de 22 años, que esa misma noche celebraba su graduación de la facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima.

De Silvia de la Flor Icochea, de 26 años, que también celebraba su graduación, con el primer puesto, de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico. De Arturo Lecca Fuentes, de 30 años, y Daniela Feijó Cogorno, de 28, enamorados de ocho años que pensaban casarse pronto. Y también de Álvaro Sayán Hormazábal, de 24 años, sobrino de la actriz Chacha Hormazábal, y bartender experto en acrobacias ígneas que esa noche saldría y entraría varias veces a Utopía para rescatar gente hasta que su vida, valiosa ella, terminó de apagarse por completo.

Todos murieron envenenados. El personal no estaba entrenado para una emergencia. Ilusamente quisieron apagar el fuego con los tragos. Nadie dirigió la evacuación, no hubo un megáfono a la mano, no encontraron los extinguidores ni había una señalización adecuada de las puertas de emergencia. El caos se apoderó de Utopía. Y era un caos negro, producto de la combustión de la pista de baile de caucho, que en forma de monóxido de carbono envenenaba los pulmones de casi 1,000 personas. Cuatro minutos de respirar este veneno basta para matar a alguien. En medio del pánico corrió el rumor de que se habían escapado los leones.

La gente se refugió en el baño, verdaderas cámaras de gases de las que nunca saldrían. A las 3:09 a.m. algún sobreviviente hizo la primera llamada a los bomberos.

Entrevista a Percy North por Cuarto Poder


Fuente: que no se repita
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